Vale, lo reconozco. Soy una de esas chicas que no pueden con la tentación, que cuando quieren algo, lo quieren. Que no le gusta que le repitan las cosas muchas veces. También soy de esas que se despiertan tarde, y que por la noche lo da todo. Que le gusta hacer tonterías, aunque esté lloviendo. Y las que tienen amigas que cuando se juntan con ellas, no son normales. Las que cuando tienen sueño se duermen en clase, y si no tengo sueño, no paro de hablar. Las que siguen su sueño hasta el final, y que no se cansan con una derrota. Y ahora, si te dan igual mis defectos, acércate y mírame a los ojos mientras me digas 'te quiero'.
Es como un vicio, un adictivo. Me gusta porque va en pequeñas dosis, intensas, pero pequeñas. Me gusta porque acelera el pulso, sube la adrenalina. Porque es algo muy flexible pero fácil de romperse. Me gusta porque no tiene sentido ni hace falta buscarle explicación. Porque te provoca fanatismo, te hace sentir libre pero nunca te libera. Porque la palabra clave es: improvisación. Y sabe ponerte a prueba. Porque es irremediable e incurable. Produce locura y eso, me gusta.
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