Hablo de cosas pequeñas, casi indetectables, recuerdos que apenas recordamos, pero que siguen ahí nunca se han ido y nunca se irán. Cosas que solo se pueden percibir cuando el recuerdo es muy poderoso, cuando te hace sonreír al visualizarlo, o te hace llorar, o hace que un escalofrío recorra todo tu cuerpo y te ponga los pelos de punta y la piel de gallina.
Es como un vicio, un adictivo. Me gusta porque va en pequeñas dosis, intensas, pero pequeñas. Me gusta porque acelera el pulso, sube la adrenalina. Porque es algo muy flexible pero fácil de romperse. Me gusta porque no tiene sentido ni hace falta buscarle explicación. Porque te provoca fanatismo, te hace sentir libre pero nunca te libera. Porque la palabra clave es: improvisación. Y sabe ponerte a prueba. Porque es irremediable e incurable. Produce locura y eso, me gusta.
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