y que todo lo demás nos da igual. Hay momentos en los que no nos apetece hacer nada más que pasarnos horas y horas escuchando la misma canción, porque nos recuerda a alguien que queremos. Hay momentos en los que ríes tanto que acabas llorando de felicidad. Hay momentos que quieres que duren pasa siempre...Momentos con los que sueñas despierta, y que luego te das cuenta que solo son eso, sueños. Hay momentos que nunca se olvidan: un abrazo cuando lo has necesitado, besos, caricias, llamadas a las tantas de la madrugada de alguien que se preocupa por ti preguntándo qué tal estás...Pero también hay momentos en que te pasas horas llorando, por algo que la mayoría de las veces no tiene tanta importancia como crees. Momentos en los que te sientes solo y no sabes con quien hablar. Momentos en los que escuchar la voz de alguien que te importa puede ser regalo más grande.
Es como un vicio, un adictivo. Me gusta porque va en pequeñas dosis, intensas, pero pequeñas. Me gusta porque acelera el pulso, sube la adrenalina. Porque es algo muy flexible pero fácil de romperse. Me gusta porque no tiene sentido ni hace falta buscarle explicación. Porque te provoca fanatismo, te hace sentir libre pero nunca te libera. Porque la palabra clave es: improvisación. Y sabe ponerte a prueba. Porque es irremediable e incurable. Produce locura y eso, me gusta.
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