Es como un vicio, un adictivo. Me gusta porque va en pequeñas dosis, intensas, pero pequeñas. Me gusta porque acelera el pulso, sube la adrenalina. Porque es algo muy flexible pero fácil de romperse. Me gusta porque no tiene sentido ni hace falta buscarle explicación. Porque te provoca fanatismo, te hace sentir libre pero nunca te libera. Porque la palabra clave es: improvisación. Y sabe ponerte a prueba. Porque es irremediable e incurable. Produce locura y eso, me gusta.
martes, 26 de julio de 2011
La improbabilidad duele menos.
La Real Academia define imposible como algo que no tiene facultad ni medios para llegar a ser o suceder, y define improbable como algo inverosímil que no se funda en una razón prudente.
Puestos a escoger a mi me gusta más la improbabilidad que la imposibilidad, como a todo el mundo supongo.
La improbabilidad duele menos y deja un resquicio a la esperanza, a la épica...
Que David ganara a Golliat era improbable, pero sucedió; que un afroamericano habitando la Casa Blanca era improbable, pero sucedió; que los Barón Rojo volvieran a tocar juntos era improbable, pero también sucedió...Nadal desbancando del número uno a Federer ...Una periodista convertida en princesa, el 12-1 contra Malta... .El amor,las relaciones, los sentimientos no se fundan en una razón prudente...por eso no me gusta hablar de amores imposibles sino de AMORES IMPROBABLES. Porque lo improbable es por definición probable, lo que es casi seguro que no pase es que puede pasar. Y mientras haya una posibilidad, media posibilidad entre mil millones de que pase, vale la pena intentarlo.
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