Que no importa lo que cueste, que sigas adelante. Que sí, siempre va a haber algo o alguien que te joda el camino, alguien que mande al traste todos tus esfuerzos por superar el bache y levantarte, y te haga caer una vez más. Que los momentos en los que eres plenamente feliz, a lo largo del tiempo, los vas a contar con los dedos de una mano. Que sí, puedes llorar, echar mares, pasarte horas llorando hasta que no te quede ni agua en el cuerpo y tengas los ojos hinchados, pero eso no solucionará nada. Puedes escuchar la típica canción que te emociona y hace que no se te pueda ir de la cabeza el motivo por el que te has vuelto a quedar sin ganas de luchar. Puedes tirarte en la cama y pasarte toda la tarde rayándote la cabeza, dándole vueltas al mismo tema y otra vez, sin otra conclusión que: 'esto es una puta mierda'. Pero , ¿de qué sirve todo eso?. Piensa que al menos, siempre, siempre, siempre habrá alguien que te saque una sonrisa.
Es como un vicio, un adictivo. Me gusta porque va en pequeñas dosis, intensas, pero pequeñas. Me gusta porque acelera el pulso, sube la adrenalina. Porque es algo muy flexible pero fácil de romperse. Me gusta porque no tiene sentido ni hace falta buscarle explicación. Porque te provoca fanatismo, te hace sentir libre pero nunca te libera. Porque la palabra clave es: improvisación. Y sabe ponerte a prueba. Porque es irremediable e incurable. Produce locura y eso, me gusta.
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