Es como un vicio, un adictivo. Me gusta porque va en pequeñas dosis, intensas, pero pequeñas. Me gusta porque acelera el pulso, sube la adrenalina. Porque es algo muy flexible pero fácil de romperse. Me gusta porque no tiene sentido ni hace falta buscarle explicación. Porque te provoca fanatismo, te hace sentir libre pero nunca te libera. Porque la palabra clave es: improvisación. Y sabe ponerte a prueba. Porque es irremediable e incurable. Produce locura y eso, me gusta.
lunes, 12 de septiembre de 2011
Puertos imposibles...
Dicen que necesitas cuatrocientas milésimas de segundo para abrir y cerrar los párpados. Que no más de uno para reaccionar y detener a la persona que se va, en el penúltimo momento. Pero hay quién necesita una eternidad. Que sólo son dos segundos para decir "te quiero". Pero malgastamos horas en decir lo que creemos que sentimos. Que sólo hay una vida qué compartir y la desperciciamos rompiéndonos el alma en puertos imposibles.
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